Desde febrero, aproximadamente, ya estaban claras las actividades, ahora lo que tenían que hacer era coordinar la logística, gestionar las donaciones y disponer el corazón para vivir una semana de caridad, amistad y espiritualidad.
Una de las labores más importantes, fue el desarrollo de la celebración del triduo pascual en la vereda Bulucaina, dónde la comunidad pudo disfrutar de los oficios litúrgicos, además de la donación de algunos mercados para adultos mayores y familias en condición de vulnerabilidad en Quebrada negra y la visita y realización del viacrucis en la cárcel de Villeta.
«Como si fuéramos discípulos siguiendo los pasos de Cristo, nos dedicamos a llevar consuelo y esperanza a aquellos que necesitaban sentir paz y alegría en sus vidas. Al visitar cárceles, compartimos momentos de redención y perdón, recordando la Pasión de Cristo y su mensaje de amor incondicional. Al entregar mercados a familias necesitadas, ofrecimos un gesto de solidaridad que resonaba con el acto de dar de sí mismo como lo hizo Jesús con los pescadores, encontrando en la comunión y el servicio una conexión directa con la fe y el compromiso con el prójimo, siguiendo el ejemplo del sacrificio y la entrega de Jesucristo», menciona Nicolás Cepeda, voluntario del Centro Cultural Adarve.